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Lo viejo y lo nuevo: permanencia y cambio electoral en la Comunidad de Calatayud

Paisaje de la comarca de Calatayud
Paisaje de la comarca, erial o revolución. Autor: Daniel Lerín

En las elecciones generales del 20 de diciembre se produjo un resultado novedoso (e inevitable) en el panorama parlamentario del Estado español; de hecho, hacía meses que se anunciaba una pérdida de votos de los dos partidos que han hegemonizado el Congreso desde hace más de tres décadas (PP y PSOE). No entraremos en disquisiciones ideológicas ni en tratar de explicar estos cambios electorales. Sólo quiero mostrar una foto fija de los últimos comicios. Partimos de la idea del bipartidismo (lo viejo) como turnismo entre dos fuerzas que por razones variadas controlan la mayoría de los resortes del poder, en este caso los escaños para conformar el parlamento estatal. Lo nuevo serían el resto de fuerzas políticas, las que tienen opciones de disputar la hegemonía a lo viejo (Podemos y Ciudadanos), aparte de otras coaliciones más clásicas (Unidad Popular, con IU y CHA).

La cuestión es demostrar, con un pequeño repaso de datos, que lo viejo resiste y con mucha salud, mientras que lo nuevo llega pero tan lentamente que puede asemejarse a un resfriado. En Aragón, repasando los datos de la Comunidad de Calatayud, constatamos esta realidad que reproduce con calculada frialdad la famosa división entre voto rural y voto urbano. De esta guisa nos sale que el cambio apenas ha aparecido en la mayoría de municipios de esta comarca.

La Comunidad de Calatayud es una comarca situada en el centro-oeste aragonés, la denominada Celtiberia. Tiene una población total de unos 39.000 habitantes, de los que 30.000 son electores. La abstención se mantiene constante (entre un 25-30%), es decir unas 10.000 personas aproximadamente. Unos 21.000 votos repartidos entre 67 municipios. Una larga lista de los mismos ha ofrecido más de un 80% de apoyos a lo viejo (Abanto, Calmarza, Campillo, Castejón de Alarba, Cimballa, Montón, Paracuellos de la Ribera, Sisamón, Tobed o Velilla de Jiloca, entre otros). Los municipios que tienen entre un 60-80% de apoyos al bipartidismo, son la mayoría (46 de los 67): Ariza, Ibdes, Jaraba, Maluenda o Cervera de la Cañada. Calatayud, cabecera comarcal de 20.000 habitantes, tiene un 59% de votos a lo viejo. Ateca o Alhama de Aragón -núcleos con un importante peso de los sectores secundario y terciario- acumulan sobre un 64%. Por debajo del 60% de apoyos, destacamos lugares como La Vilueña -35% entre Ciudadanos y Podemos-, Valtorres -36%, Podemos y UP-, Cabolafuente -42% entre Ciudadanos y Podemos-, Ruesca -Podemos y UP suman un 47%- o Pozuel de Ariza -UP y Podemos tienen un 60% de votos-.

Alguno dirá que son pocos votos, que no cuenta, pero tal y como ha ido el reparto de escaños, hay una evidencia rotunda: todos estos altos porcentajes sujetan al bipartidismo PP-PSOE, ayudando a su poder en la circunscripción electoral de Zaragoza. Se elegían siete diputados, el tercer escaño de la coalición PP-PAR lo obtuvieron con los restos de 53.600 electores. El segundo del PSOE por 59.000 votos. Podemos no obtiene el segundo escaño por muy poco, ya que tenía 51.100 votos. Y Ciudadanos, se quedaba algo más alejado con 47.400 en sus restos para ese segundo escaño. El resultado electoral de esta comarca ha podido ser decisivo para sostener ese diputado de lo viejo.

¿Qué conclusiones extraemos de estas pinceladas? Algunas son evidentes, no innovamos diciendo que el mundo rural es más conservador, más reticente a los cambios, del tipo que sean (culturales, económicos, políticos). Por otro lado, podemos desmontar esa manida tesis de Aragón es nuestro Ohio, que desde un buenismo colonial trata de explicar el comportamiento aragonés a través de lo español. Igual nos equivocamos y resulta que ese sentido de voto hacia lo viejo nos anuncia más de lo mismo. En todo caso, lo nuevo llega pero no penetra de forma palpable en el tejido rural. ¿Será una simple cuestión demográfica? Tampoco veo plausible reducir todo al sentido de voto de la población envejecida, el poder es reproductivo y el clientelismo provoca situaciones de subordinación muy fácilmente ejecutadas en comarcas como la descrita: el PP, PSOE y PAR tienen una tupida tela de araña que termina por pervertir el sistema.

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