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Análisis

Cristobal Montes, la otra cara de la moneda

Autor: Cofrade de San Chuan de Plan

El pasado 15 de julio falleció el político aragonés Ángel Cristobal Montes a los 88 años edad. La primera noticia que tuve de este personaje, tan negativo para nuestro autogobierno y nuestra identidad, fue en 1991. Se celebraba el 400 aniversario del asesinato y ulterior ocupación de Aragón por parte de las tropas castellanas, las denominadas Alteraciones de Aragón de 1591. La Diputación General de Aragón organizó un acto, y el señor Cristobal Montes como presidente de las Cortes de Aragón dio el discurso central del acto. Lejos de esa pose intelectual con la que nos quieren ahora dulcificar a este sujeto, dedicó el solemne acto a lanzar diatribas contra el nacionalismo en general, pero que realmente eran contra el nacionalismo aragonés. Un acto que conmemoraba la violencia del absolutismo castellano contra la libertades aragonesas, pasaba a ser un ataque contra las víctimas de aquellas atrocidades. Cosas de aquellos años, las principales quejas ante tamaña afrenta, que rompía todo tipo de diplomacia institucional, eran del PAR, que en esos momentos, con el empuje de sus juventudes, era uno de los puntales del nacionalismo aragonés.

Eran habituales sus soflamas antiaragonesistas tanto en declaraciones como en sus artículos, pero lejos de ser criticado, se le rendía una especie de culto a la personalidad bastante curioso. Pertenecí a una de las pocas cohortes generacionales que se negó a rendir pleitesia a este individuo, y yo, junto a los compañeros del Rolde Choben, Chobenalla Aragonesista y otros pequeños grupos del aragonesismo combativo y desacomplejado tuvimos nuestros pequeños enfrentamientos con este personaje.

No era normal, que un nacionalismo aragonés temeroso de serlo, acomplejado y que como aspecto más agresivo solicitase la oficialidad del aragonés estuviese monitorizado de tal manera por el susodicho. Lejos de ser un mero opinólogo, Cristobal Montes estaba detrás de cada una de las casualidades o fatalidades que daban al traste con pequeños logros, sobretodo en relación a la lengua aragonesa.

Destacaré varios episodios a modo de anecdotario. En el tiempo de las manifestaciones por la autonomía plena que se celebraron a principios de los 90, Cristobal Montes denunció la colocación de un pequeño artefacto explosivo en una casi en ruinas sede del Frente Nacional. Convocó una rueda de prensa y relacionó este artefacto con unas pintadas amenazantes en la sede del Partido Popular que tenía en el zaragozano Paseo Sagasta. Parecía que estábamos a un paso de la batasunización de Aragón. Dos periodistas del Periodo de Aragón fueron a comprobar in situ dichas pintadas. El cachondeo al día siguiente era mayúsculo. En una foto-noticia del Periódico titulaba : Estas son las “escalofriantes” pintadas contra el PP. Resulta que con un rotulador negro estilo “carioca” y con letra pequeña se pintó “putos españoles” en la plaquita que en el portal ponía que allí estaba la sede del PP, para “colmo” se había arrancado una esquina de la misma…aproximadamente unos 3 cm². Cristobal Montes sabía perfectamente que estaba criminalizando y exagerando, pero este siniestro personaje no quería ni dejar que existiera el nacionalismo aragonés, y era capaz de asumir caer en el ridículo más absoluto con tal de frenar cualquier atisbo de desarrollo.

Sus artículos contra la lengua aragonesa era constantes, en un momento muy importante, y es cuando Emilio Gastón, eterno justicia de Aragón pese a quien le pese, movió los hilos necesarios para que las Cortes de Aragón asumiesen de una vez vez su deuda con la realidad trilingüe de nuestra tierra.

Vivía cerca de casa de mis abuelos, en Corona de Aragón. Yo alguna vez me lo crucé. En una ocasión le espeté Aragon ye nazion por la calle, y se volvió a insultarme este venerable señor. Como él entraba a la universidad por la puerta pequeña de la calle Menéndez Pelayo, en una ocasión hice una megapintada enfrente. Me pensé bastante la pintada. Tenía que ser grande pero a la vez le tenía que cortocircuitar…no podía ser la típica pintada aragonesista de izquierdas, buenista, bienpensante y auto-victimizante….tenía que ser una pintada de carácter ultranacionalista “apolítica” , tenía que hacer daño y preocuparle. Así que una noche de diciembre me puse elegante con traje y corbata, para pasar desapercibido en mi deambular ante ojos extraños y pinté “”20 d’abiento , Diya d’a Patria Aragonesa”. Esa pintada duró varios meses y la tuvo que estar viendo una buena temporada, supongo que rabiaría por dentro, esa era mi objetivo.

De todas maneras, como buenos nacionalistas, la figura de Cristobal Montes era tratada con sorna y cachondeo, ya que es lo máximo que nos podíamos permitir. En las manifestaciones por la autodeterminación de 1998 y 1999 se coreaba “Cristobal Montés jubilación”, a lo cual alguno con todavía más ganas de cachondeo añadía ¡¡sin pensión!!. También a veces oí decir a gentes del Rolde Choben lo de Cristobalete.

Como ya ha prescrito (aunque nunca se sabe), se puede contar que teníamos un listín de teléfonos de 1993 en el que aparecía su número. A partir de 1996 debió dar órdenes de no aparecer, pero ese listín se guardaba como oro en paño.

En sus artículos hacía constante referencia a Karl Popper, pero solo lo que le interesaba. La falsación popperiana de toda verdad científica no le interesaba , sino solo la moderación (que en el caso de Aragón es continua capitulación) y una versión sui generis del pactismo aragonés. Cuando oigan ustedes loas del pactismo , no es que estemos hablando de una negociación en que todas las partes ganan y pierden algo en pos de un acuerdo, sino que para Cristobal Montes era renunciar a todo y huir de cualquier tipo de reivindicación. ¡¡Demasiado popper señor Cristobal!!, decía alguno, también con sorna, jugando con la ambivalencia entre el intelectual y la sustancia excitante.

En los momentos de mayor lucha contra el trasvase a comienzos del siglo XXI, eran continuos sus artículos , en alguno de los cuales se trataba de menospreciar la lucha aragonesa haciendo impostados artículos “intelectuales” en los que se comparaba al Ebro con el Ganges, acusando de irracionalidad a la lucha contra el proyecto.

Un liberal-progresista (progresista cuando le interesaba) que no ha conocido otra cosa que el dinero público desde finales de los 70, y que abogaba por las privatizaciones “de los trabajos de los demás”. Que siempre lucho contra los avances del autogobierno aragonés, pero nunca dejó pasar ni un trienio ni una dieta del dinero que recibía de las Cortes de Aragón.

Como nadie dirá nunca nada en público contra este siniestro personaje político, como todo serán hagiografías y homenajes, sirvan pues estas líneas para que queden para la posteridad internetera.