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Análisis

Y los ricos no eran capitalistas

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Hablar de finanzas personales puede parecer, a priori, algo  insólito en una publicación de las características de Subarbre. Hablar de Libertad Financiera puede ser incluso contradictorio. Hablar de hacerse rico entraría de lleno en el campo de lo obsceno. Hablemos pues.

Desde hace unos 10-12 años y de la mano de la eclosión de los blogs, de su monetización y de las facilidades para la autopublicación y la venta de libros online, se ha puesto muy de moda el concepto de la Libertad Financiera. Se trata de una galaxia temática que se mueve entre el estilo de vida, la ideología y la planificación económica. Existen otras motivaciones más “filosóficas” que no vamos a abordar.

Si vamos a las sección de economía de las principales librerías de nuestra ciudad en busca del último libro que analice la crisis de la hipotecas subprime, haga  vaticinios de las dos próximas crisis en el Estado español o vayamos en busca del “dilema de España”, de reojo, veremos una serie de libros que hablan de “hacerse rico”, “conseguir la libertad financiera”, “jubilarse anticipadamente”, “mover el dinero” o “mejorar nuestro IQ financiero”. En un primer momento al ver sus nombres pensaremos que estamos ante vendedores de humo yankees, al estilo de los telepredicadores evangelistas, powerpointistas que dan cursos y donde el único que gana dinero es el que da el curso o, en el mejor de los casos, entusiastas del capitalismo más iracundo que hacen proselitismo del mismo.

Así pues, quien aquí escribe pensaba lo mismo. Un día empecé  a leer en diagonal un libro de estos “Padre rico, Padre pobre” de Robert Kiyosaki, un millonario estadounidense de origen hawaiano. A partir de aquí vinieron más lecturas.

Por un lado tenemos el concepto de Libertad Financiera que no se debe de confundir con el de riqueza económica. Está basado en el tiempo libre, el único activo del que realmente disponemos. Es tener la posibilidad de poder decidir qué hacemos con nuestro tiempo, para ello debemos de cubrir mediante ingresos que no nos “quiten tiempo” un determinado estilo de vida. Cuanto más frugal sea nuestro estilo de vida más posibilidades y más rápidamente podríamos conseguir la ansiada libertad financiera. Otros autores afirman que vivir en libertad para vivir de manera ruin y pobre no es un objetivo loable, mientras que existen otros que abogan por tres niveles de calidad de vida libre que se van consiguiendo paulatinamente.

¿Cómo conseguimos ese tipo de ingresos que no nos quiten tiempo y  aseguren el estilo de vida elegido? A través del ahorro el cual se consigue viviendo frugalmente. Frugalidad es uno de los leitmotivs de estos autores. Frugalidad abogada por autores que confiesan ser millonarios o que no discrepan de la economía capitalista.

Esta frugalidad va de la mano de otro concepto sorprendente: La “carrera de la rata” o rat race. Se trata de una crítica velada al consumismo que hace que por mucho que ganemos seguimos gastando acorde a esas ganancias, o nos endeudamos más, con lo cual a pesar de ese incremento en los ingresos seguimos sin disponer de nuestro tiempo.  Sería ese símil de los carruseles de las ratas de laboratorio que corren y corren y nunca alcanzan el final del camino. En esta trampa de la carrera de la rata caen muchos grandes ejecutivos que trabajan sin descanso horas y horas durante 40 años para pagar una cada vez mejor casa, y un coche nuevo cada cierto tiempo. Casas y coches que nunca dejan de pagar.

Lo que me llamó la atención es que  estamos ante autores capitalistas (incluso hiper-capitalistas como Kiyosaki), en muchos casos millonarios y amantes del dinero (entendido éste como medio y no como fin en sí mismo) que se sitúan de perfil, sino en contra, del capitalismo intuitivo. Su objetivo es  conseguir poder dominar el único activo que el ser humano dispone: el tiempo.

Ese dinero que ahorramos viviendo frugalmente tiene que ser invertido en activos que cubran nuestras necesidades y nos permitan poder decidir qué hacemos con nuestro tiempo. Para ello se necesita adquirir unos activos que generen ingresos recurrentes a lo largo del tiempo. Aquí se diferenciaría entre este tipo de activos y las ganancias de capital, que los autores rechazan, por ser mera especulación cortoplacista, otro aspecto crítico que resulta cuando menos sorprendente para quien no esté familiarizado con estos enfoques.

Para ello se debe  desarrollar nuestra inteligencia financiera (IQ financiero). Estos autores critican a los gobiernos de los países occidentales que han eliminado este tipo de conocimientos de los planes de estudio: “¿Quieren mantener a la población en la ignorancia, esclavos del trabajo, mientras ellos se siguen haciendo más ricos?”, reflexionan. La mayor parte de los asalariados no sabemos  ni la más simple interpretación de nuestras nóminas, este desconocimiento se podría incluir en esta ausencia, tal vez no inocente, de la educación financiera.

Las inversiones en activos y los retornos recurrentes de los mismos blindarían nuestra libertad financiera. Nuevamente aquí, unos dirán que hay que hacer crecer este tipo de activos para que además de ser libres financieramente podamos tener una “buena vida libre”, otros dirán que con tener unos retornos justos o con algún margen de seguridad razonable, podemos disfrutar de nuestra libertad financiera (vivir en una zona paradisíaca de Filipinas o Costa Rica con apenas 400 euros/mes de ingresos generados vía intereses).

Así pues  podríamos decir que quienes han luchado contra el capitalismo han sido doblemente vencidos. Por un lado por la persistencia del mismo, y por otro, y lo que considero tragicómico, porque se ha criticado el consumismo y la especulación cuando los más integrados en el núcleo del capitalismo lo rechazaban y su “negocio” se basaba en que los demás consumiesen y quisiesen especular, no ellos. Es como aquel que murió luchando contra la injusta meritocracia cuando lo que realmente había era un capitalismo de amiguetes en el que no se valoraban los méritos.

Autor: Miguel Montañes